Don de Loch Lomond

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jueves, 26 de junio de 2014

Cariñena y barquillos en la Feria de San Juan de Badajoz

Junto con los "cacharritos" y las tómbolas (nunca me podré olvidar de la chochona... que rica la chochona) los puestos de vino cariñena acompañan los recuerdos de la Feria de San Juan.

Constantemente rememoro a mi señor padre, cada año, parando en algún momento de nuestro paseo para degustar ese sabrosísimo y fresquito caldo, como si de una costumbre o tradición ancestral imperdonable se tratara. Entonces, yo tenía que contentarme con los barquillos, que no era poco, y entre nosotros, de niño nunca llamó poderosamente la atención aquel extremado licor, aunque ya era conocedor de sus virtudes y defectos, resultado de leer desde pequeño un libro como "La Venganza de Don Mendo", del gran Muñoz-Seca, con aquellos desternillantes versos:



«Serena escúchame Magdalena, porque no fui yo… ¡no fui!, fue el maldito cariñena que se apoderó de mí…».

Lo que son las cosas, superadas ya la niñez y adolescencia con creces, y aquellos primeros años locos de juventud, donde la feria no era más que un gran botellón que luegose complementaba con las casetas, es ahora cuando, supongo que por la herencia recibida, me gusta cada año ser yo el que se detiene para degustar una copita de cariñena, cuyo exquisito sabor viene a señalarme que ya no soy un niño, y ahora soy yo el que se bebe aquel vino que antes por edad se me negaba, para luego retroceder de nuevo en el tiempo hacia la niñez durante unos instantes embriagado del sabor de aquellos dulces barquillos.

Es curioso como todo nuestro pequeño mundo cambia a lo largo de los años, incluído el propio ferial y su localización. Algunas de las casetas y atracciones se han adaptado a los tiempos, otras por el contrario se mantienen con el poderoso magnetismo de antaño. Los puestos de cariñena sin embargo no han variado ni uno solo de los adornos de entonces, con aquellos inconfundibles vendimiantes y aquel llamativo grifo de donde parece no parar nunca de manar el apetitoso morapio.

Existen cosas que no deberían de cambiar nunca, porque les confieso, que por muy breve que sea mi visita cada año al recinto ferial, siempre me dejo caer por alguno de estos puestos. Les aseguro, que si algún día no los encontrara, a mi me faltaría algo, la verdad.



Seguro que muchos pacenses, que como el menda acompañaban a sus padres en aquel ceremonioso rito, sonríen al leer estas lineas y se sienten cómplices de quien suscribe, y también lo harán un año más durante la Feria de San Juan de Badajoz, cuando antes de disponerse a dar el primer sorbo de cariñena, le entreguen a sus hijos aquellos barquillos, cuyo suculento sabor constituirá inevitablemente una reminiscencia inolvidable de su memoria.

¡A su salud amigos pacenses! ¡Nos vemos en la Feria de San Juan de Badajoz 2014!

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